En un lugar rodeado de un bello
bosque, hay dos castillos tan distantes uno de otro que los que viven en cada
uno no se conocían entre sí.
Blanca y Celia son las princesas
que habitan en uno y otro. La afición de las dos es hacer ricas tartas para
ofrecerlas a sus invitados en las fiestas que celebran.
Un día a Blanca se le terminó el
azúcar y ese día tenía que hacer un rico pastel de cumpleaños. Sin pensarlo dos
veces, cogió su descapotable y se fue hacia el centro de la ciudad a la tienda
de repostería. Pero en el pueblo era fiesta y
estaba todo cerrado. Así que muy triste, decidió regresar. Iba pensando
dónde podía conseguir el azúcar y sin darse cuenta, tomó un camino diferente al
que siempre había cogido.
De pronto, pasó por delante del
castillo de Celia que en ese momento estaba horneando unas ricas galletas y el
aroma a vainilla se dispersaba por los alrededores del bosque. Así que aparcó
su coche y llamó a la puerta.
Celia abrió muy sonriente por lo
ricas que le estaban quedando sus pastitas. De esta forma se conocieron Blanca
y Celia y desde ese día se hicieron muy amigas y descubrieron lo buenas
reposteras que eran las dos.
Desde entonces comparten recetas
de ricos postres y se reúnen para hacer las tartas y galletas para sus fiestas
especiales. Siempre buscan una ocasión para estar juntas, amasando, horneando y
haciendo con cariño esos dulces con las que agasajan a sus queridos invitados.
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